Pola Alcalde | La tranquilidad de Alcalde

Pola Alcalde se refugia en su taller de Lo Barnechea gran parte del tiempo. El arte es un trabajo. “Igual que un dentista o agricultor, es súper metódico, de todos los días. No se deja al azar ni te levantas un día bien u otro mal, esto es ir al taller y trabajar”. La inspiración, como ella dice, no llega sola y la artista nacional la espera en su lugar de trabajo. Eso sí, para Pola lo fortuito y el gesto es muy importante, por lo que no realiza borradores o croquis antes de empezar uno de sus cuadros. “El tapar, borrar, seccionar, rayar, lijar y volver a pintar o pegar un papel es una constante a lo largo de mi trabajo”.

El tiempo que pasa en su taller no es nada comparado con el tiempo perpetuo visto en sus pinturas. Diversos paisajes abstractos, donde se muestran cuadros que mezclan formas, pinceladas y técnicas que dan a conocer un estilo particular, que Pola ha patentado como una técnica de trabajo para reconocerse, donde prima la composición, el color y el gesto medio brutal. Alcalde juega con el tiempo, la finitud y la inmensidad en sus pinturas. “Al final estoy atrapando ese minuto en algo que queda para siempre, y uno se vuelca a sí mismo en cada cosa que hace”. La chilena muestra todo en sus pinturas ya que, como dice: “me resulta más fácil expresar con un pincel que con el habla”.

“Durante mi carrera he hecho una constante: lo que veo en el paisaje, sobre todo en las montañas, es esa cosa de permanencia, de eterno, que siempre está ahí y que en el ser humano no hay. Lo que yo trato es eso, la finitud del tiempo humano con el gesto. Es como alargar un poco ese tiempo y que quede plasmado”.

La tranquilidad de Pola en sus obras no es coincidencia. La artista tuvo un aliado a lo largo de su carrera que muy poca gente imagina: la soledad. Durante sus primeros años de egresada, a diferencia de sus compañeros, decidió arrendar un taller. “Esta es una carrera súper sola, puede parecer duro, pero eso es la que te lleva a hacer cosas cada vez mejores.
Es, absolutamente, volcar el lenguaje desde adentro hacia afuera”. La pintora nacional cree que el retiro es un aliado principal para los artistas, como lo es también el trabajo duro y constante. Una de las mayores lecciones que ha recibido a lo largo de su carrera artística y que la lleva a tener un horario de trabajo casi sin días libres. Según cuenta, trabajaba embarazada hasta días antes de partir a la clínica, porque la soledad para Pola se muestra sólo en su faceta artística para poder expresar la introspección a la cual se somete en cada obra. Es más, Pola define a su esposo como uno de sus grandes apoyos desde el inicio de su carrera como pintora.

Bajo su punto de vista, hoy en el ámbito nacional hay bastantes artistas buenos que aún no han sido descubiertos. Para eso, la pintora cree que es necesaria más difusión de obras y también concursos que lleguen a una mayor cantidad de gente, ya que una de las críticas que realiza Pola es que el arte en Chile está en un lugar muy cómodo. “No hay mucho cuestionamiento, no hay mucha inquietud por buscar nuevos artistas, por acercarse. Veo un lugar muy cómodo en que nadie se quiere mover”. Para esto, Chile necesita aprehender más el arte en sus ciudades “siento que se ha avanzado en materias artísticas estos últimos años, sobre todo en adueñarse de la ciudad. Antes estaba muy dividido todo, pero ahora está más apropiado. Aún falta acercar más a la gente, que cada uno encuentre su propia expresión”.

Otra de las observaciones que la artista realiza se vincula al estado de enseñanza del arte en las escuelas. “En Chile el arte no se ve como una herramienta. Tú puedes aprender ciencias, historia, ingles lo que tú quieras por medio del arte, no se ha entendido que es una herramienta valiosísima sobre todo si se comienza desde cuando los niños son más chicos, cuando la gestualidad e inmediatez está muy vivo. Me da impotencia que no se sepa esto, me dan ganas de hablarlo, incluso todos estos problemas de sobre diagnóstico en niños, el 80 por ciento se podrían arreglar, incluso mejorar muchas actitudes por el arte”.

Pola se refugia en su taller de Lo Barnechea a detener el tiempo, a pintar infinitos que se moldean bajo un estricto horario de trabajo pero que a la vez juegan con lo fortuito. La artista mezcla tranquilidad con paz en una ciudad atestada de ruido y movimiento. En su taller, escondido en uno de millones de calles pequeñas, se logra materializar el pensamiento.

 
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